La implementación de los Sistemas de Gestión de la Calidad (SGC) constituye una estrategia de 4Plus que repercute de manera positiva en la mejora del desempeño global de la empresa proporcionando una base sólida para aquellas iniciativas de desarrollo sostenible.

Son diversos los beneficios que se obtienen a la hora de implementar un Sistema de Gestión de la Calidad entre ellos proporcionar servicios que satisfagan los requisitos del cliente, además de los legales y reglamentarios aplicables en cada fase del proyecto. Así mismo, facilita y detecta las oportunidades para aumentar la satisfacción de nuestro cliente. Por último, se destaca la capacidad de la empresa para abordar los riesgos y oportunidades asociados a nuestro contexto y objetivos establecidos.

Es necesario conocer a qué convenciones nos estamos refiriendo cuando hablamos de calidad ya que se trata de un concepto muy amplio que responde a diversas interpretaciones. El análisis de la calidad más utilizado corresponde a las cuatros categorías siguientes:

  1. a) Calidad entendida como conformidad a unas especificaciones;
  2. b) Calidad como satisfacción a las expectativas del cliente;
  3. c) Calidad como valor;

d)Calidad como excelencia.

En nuestro caso, nos interesa en primer lugar la calidad entendida como la satisfacción de las expectativas del cliente. Esta perspectiva tiene como eje central a los clientes siendo este mismo el principio básico de la calidad. No obstante, conforme se vaya avanzando en materia de calidad nuestro objetivo es abarcar la categoría entendida como excelencia siendo una filosofía de trabajo. Con ello se pretende crear un proceso dinámico de mejora cuyo objetivo es alcanzar la eficacia y eficiencia cumpliendo con las exigencias de todos los grupos de personas implicadas con la organización.

Para conseguir y alcanzar esos objetivos se tendrá que emplear el enfoque a procesos incorporando el ciclo Planificar – Hacer – Verificar – Actuar y pensar en los riesgos que se puedan producir dentro y fuera de la empresa. Esto permite a nuestra organización planificar dichos procesos y las interacciones que se producen asegurándose que dispongan de los recursos necesarios y se gestionen de la mejor manera. Por último, nos permite detectar las oportunidades de mejora pudiendo actuar en consecuencia.